viernes, 11 de septiembre de 2009

LA TRANQUERA



Alta, delicada, sinuosa y con cierta íntima vergüenza, y a sus pies, se abre y cierra la tranquera. Detrás los árboles forman una pared, un ejército que marcha junto a la lenta corriente del río.

ENTRETEJIDO



Están involucrados, unos con otros, y fascículos ascendentes y horizontales se entretejen, bajo el cielo gris a listones . Hay manchones verdes, franjas naranjas y la tierra apenas curtida sin ninguna protección.

LAGRIMAS EN VERDE



Los sauces declinan en estanques internos, cuando pasa el río, y se arrojan sobre el agua verde. En su interior las telas de araña brillan cuando pasan algunos rayos de sol. Beben con sus copas, sus ramas y raíces.

EL TUNEL



Los tamariscos crecen y se enriedan aún en suelos muy desfavorables: al costado del mar, en la periferia del valle, forman laberintos y refugios de sombra húmedos y frescos.

domingo, 6 de septiembre de 2009

CELESTE EN AGOSTO



Los días cortos combinan pequeñas motas de nube y luz. En agosto, luego de una tarde de viento, el sol se mete entre los dedos de los árboles y le da al celeste una bienvenida.

SUEÑO EN ROJO


La tupida fronda roja y verde es impenetrable: las hojas desbordan y salen fuera de los límites del bosque. Los cuentos y los árboles del valle, en cambio, transcurren pacíficamente en frío. Con las raíces grises despejadas.

ESPEJO


Por varios días el suelo arcilloso retiene el agua y los árboles quedan anegados unos de otros.

LA CURVA DEL RIO


El río manso y caudaloso dobla a un ritmo más rápido de lo que aparenta. El cielo de la Patagonia es bajo y tiene listones celestes y grises, y un morado profundo. Más cerca de la ciudad, el río vuelve a doblar y las ramas por la mañana se tienden sobre su superficie, hacia abajo: rozándolo.

EL CAMINO QUE LLUEVE



Entre los pequeños caminos del valle y las rutas, hay otros más pequeños y escondidos que se cubren de hojarasca y ramas. Pocas veces llueve, y los senderos se vuelven de barro, al pie de los árboles testigos.

EL ORO DEL GRIS



A veces los árboles en invierno lucen desnudos y grises, en su corteza. Inclinados, se recortan sobre los espacios de cielo, en días breves y por momentos tibios. Un rojo fuego refulge en oriente, una muestra de impresionismo llegando ya el atardecer.

VIENTO DEL SUR


En el valle, y a pocos minutos de Trelew, los álamos y los tamariscos conviven entre las chacras y el viento. El paisaje naranja del otoño parece extenderse hacia el este, y también hacia el río y sus canales.